«No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca» (Jn 15, 16). Esta frase del Evangelio de san Juan ha marcado la vocación al sacerdocio de Francisco Armando de Jesús Mercedes Pichardo, un joven de 27 años, natural de República Dominicana, que este sábado 2 de abril se ordenará sacerdote en la iglesia de la Santísima Trinidad de San Pedro del Pinatar, tras 7 años en el Seminario Diocesano, Internacional y Misionero Redemptoris Mater de Murcia.
Francisco nació en una familia de profundas raíces cristianas, que vivía su fe dentro del Camino Neocatecumenal, incluso estuvo en misión en el sur de su país, lo que hizo despertar en el joven una inquietud que no cesaba. El único chico entre sus cuatro hermanas, siempre se ha sentido cómodo y tranquilo en su casa. Pero un día aquella inquietud le hizo querer conocer más sobre el sacerdocio y, para eso, salir de su zona de confort.
«Desde pequeño he sentido la inquietud al sacerdocio, aunque luego me olvidé de ella hasta más o menos los 12 o 13 años», cuenta el diácono, que gracias a su primo empezó a acudir a encuentros vocacionales para reafirmar la llamada, pero sentía «que no era algo profundo». Un día decidió ponerse a prueba y elegir si realmente eso que sentía era lo que el Señor le pedía. Tras finalizar Bachiller, empezó a estudiar Informática, pero se dio cuenta de que eso tampoco le llenaba y su padre le propuso hacer una experiencia en Haití con un sacerdote amigo de la familia, y accedió. Aquel viaje supuso un antes y un después en su vida: «Empecé a experimentar que existían los demás, que puedo ayudar en algo, que puedo servir para algo».
Estando allí se le planteó la posibilidad de viajar a Israel para hacer una experiencia vocacional de un año. «Ora et labora», como diría san Benito, trabajo y oración, esa era la tónica diaria de aquel viaje que este joven dominicano había emprendido convencido de que de allí saldría con las ideas más claras. Pero tampoco fue en Israel donde tomó una decisión, «no tenía nada claro realmente».
Al regresar a casa, habló con un sacerdote que fue el que le invitó a ingresar en el Seminario Redemptoris Mater de Murcia, aunque Francisco no lo aceptó en un primer momento, pero con los años se ha dado cuenta de que aquello era una muestra de que «la Iglesia siempre está al servicio».
«El seminario ha sido para mí un tiempo de desierto donde empecé a conocerme, al igual que el tiempo en Haití e Israel; un tiempo para darme cuenta de que no soy el hombre más inteligente ni el más bueno, sino que en mi debilidad se muestra la fuerza de Dios, como dice san Pablo. Cuando lo dejo actuar se puede ver que Dios hace las cosas bien. Y también he aprendido a servir a los demás, a ponerme al servicio de los demás, no vivir para mí».
El pasado mes de julio Francisco Armando de Jesús Mercedes Pichardo fue ordenado diácono, junto a sus compañeros Pedro Fernández López y Pablo Martínez García; un tiempo que ha sido para él «todo un regalo». Unos meses que ha pasado en la Parroquia Santiago el Mayor de Totana, donde ha potenciado y podido aplicar ese «servir a los demás» y el «dejar actuar a Dios».
Cerca ya del día de su ordenación sacerdotal, lo espera con alegría y responsabilidad: «El sacerdote no es el punto de referencia, a mí lo que me gustaría el día de mañana como sacerdote es poder llevar a la gente a Cristo, que no se queden con mi persona. Le pido al Señor que me ayude a llevar a los fieles a Cristo, que no sea yo el centro, y que yo no impida con mis actos que la gente llegue a Jesucristo».